martes, 23 de junio de 2009

Geografías Obligatorias


Con mi padre, tenemos en común un lunar en la planta del pie. No sé cómo me enteré de eso, ni menos por qué pensé que era una unión importante. De mi madre heredé la celulitis y la migraña, de mi hermano la falsa moral -ésa que es conveniente- y de mi perro lo celosa. Odio las mañanas y le tengo terror a las noches. No creo en nada tan creíble como Dios o el cáncer, creo en Peter Pan y en las mariposas. Nací en una isla en cautiverio, una isla libre de tierra y prisionera de pensamiento. De Cuba, heredé a Silvio y su nueva trova.
A los nueve pisé un país largo. Libre por un lado, duro y tosco por el otro. A un lado el mar Pacífico. Con un nombre tan irónico que le trajo a Chile hipocresía, con hombres tan fieles a la iglesia como al Café con piernas. Por el otro una eterna cordillera compartida, como toda la cultura nacional, que de propio no tiene nada. Anthony Bourdain viene a Chile y se come un Lomito Italiano en La Fuente Alemana.
Así llegué a la conclusión que la geografía forma a su gente, que puede contarle al mundo sobre las personas que tiene. Y yo que tengo tanta geografía adentro, he sido mucha gente. Mi identidad nunca la tuve clara, sabía que me importaban el amor y las palabras. Con eso me mantuve insegura algunos años, luego a los 12 di mi primer beso y le quité importancia. Par de años después, tuve mi primer pololo. Un metalero que me pedía demostrarle amor matando gatos. Nunca lo hice y quizás por eso tampoco duramos. Seis meses después de mi primera ruptura, tuve mi segundo flechazo. Un paranoico, más celoso que yo, rencoroso y maniaco. A él lo quise, pero nunca pude moldearlo. Era de esas mujeres que creen poder cambiar a los hombres, ahora también, creo que siempre es bueno cambiar de hombre.
Luego, ese amigo que aguantó mis lágrimas empezó a causarlas. Mi vecino de amigo perno, paso a ser un gran amor. A los 16 comencé una relación cuerda y aventurera. Tres años después, veo que todos mis sueños y pensamientos, se hacen más reales con él. Yo y mi espejo, hemos resuelto los conflictos con mi padre, quiero gritarle menos a mi madre y comprendo más a mi hermano. Aunque creo que él ha causado todo mi bien, no quiero conservarlo para siempre y le enseñé a mi perro que uno sólo conserva lo que no amarra. He sufrido muchas muertes y he llorado, incluso por sí acaso, mi mayor miedo es la muerte y mi seguridad, se ha vuelto más contundente. No sé adónde quiero llegar, ni el camino que me va a llevar. Por ahora sólo quiero vivir mucho y no tener que soñar demasiado.

1 comentario:

s t b n ! dijo...

Buena Marlyyy.
Yo de verdad nunca he sentido ganas de volver al colegio. ¡Menos ocupar el uniforme! Ta' maire, ¡nicagando! jajaja. Con los compañeros (amigos) verdaderos siempre se mantiene el contacto y, por suerte, en la U encontré unos cuántos.
Pero bueno, quizá porque no soy sentimental, no me gusta mucho eso de la nostalgia. Lo que fue, fue. Vivir extrañando lo de antaño no sirve de mucho, creo yo. En fin.

¡Muy bueno lo que escribiste! Me gustó. En realidad nunca me defraudas, me gustan esas frases cortas pero cohesionadas, eso te da un estilo (de redacción) definido. Yo, en cambio, todavía trabajo en eso.

Bueno Marly, nos comunicamos, que te vaya muy bien y ¡Cuidate mucho!

P.D: ¡Nombraste los café con piernas! Y ya me los he recorrido todos, ¡pero trabajando! nada es porque sí nomás jajaja. De verdad, estoy trabajando en un reportaje vivencial. Ni te imaginas todo lo que viví :O.

P.D 2: Ja,ja,ja. Y lo del look de mi página, me dio risa. Llevo tanto tiempo con el mismo que estoy decidido a cambiarlo. Necesito cambiarlo. Quiero darle un nuevo sentido a mi blog y subir, idealmente, un posteo diario (dentro de lo posible, jaja).

P.D 3: ¡Gran post gran!