sábado, 19 de julio de 2008

El Abc de la muerte

La muerte decidió dejar la Eme y fue en busca de alguien que pudiera ayudarla, no tenía nada que perder, no podía tener amigos porque todos del susto se mataban. Un día estaba en una fuente y unos Enamorados se acercaron, cuando supieron que era la Muerte, de un susto terminaron boca arriba para siempre.
Así fue con muchas personas más, ella estaba segura que era la eme la que tanto espantaba a todo el mundo, necesitaba un novio y un padrino y también una niñera para su futuro hijo, pero si todos morían al verla, jamás tendría nada estable en su vida eterna. Le preguntó al diablo si podía tomarse un descanso, el diablo no acostumbraba a dar días libres, pero con tanta depresión de la muerte ya no recibía muertos en su espantoso infierno y dejó que fuera, así traería algo nuevo.
Luego le preguntó al Sumo Sacerdote si podía tomar vacaciones, el aceptó. Ella no se llevaba muy bien con ninguno de los dos, uno muy bueno, el otro muy malo y ella la que respondía por los dos. Porque Dios lo llamó o porque Dios no lo perdonó, siempre dando las malas noticias, no podría encontrar nadie para tener una familia. La muerte bajó por los arbustos del más fuerte dolor, bajó los siete escalones que llevan a Dios y de un soplido eterno llegó del cielo a la tierra y su camino siguió. Encontró un árbol con un colgado, le preguntó si se sabía el abecedario, él le dijo que sí, la muerte le pidió que si le podía quitar la primera letra de su nombre. El le dijo que nada cambiaría, que la gente muere aunque todos olviden la eme. La muerte seguía insistiendo y el Colgado tenía mucha sangre en la cabeza para seguir pensando, le quitó la Eme y así Uerte se fue cantando.
Feliz encontró a la primera persona a quien presentarse, un Loco que corría y bailaba. Ella se acercó para saludarle, pero el Loco de un tropezón cayó y nunca despertó. Ella aún no le había dicho su nombre, pero por las dudas la U sería la siguiente, así hasta llegar a la E.
Cuando sólo le quedaba una letra que portar, fue con la luna y le gritó fuerte ¡E, mírame Luna soy E!, desesperada E buscaba la luna, pero entre nubes se escondió. Ya no tenía remedio y arriba del más alto cerro, E se tiró. Su suicidio la llevó directo al cielo, donde ni San Pedro la aceptó, el diablo no quería alguien que asustara a sus condenados y los desconcentrara, así que tampoco la aceptó. Así fue como la muerte se quedó sin letra ni lugar, nadie en el mundo volvió a verla y desde ese día, hay demasiada gente en la tierra.