miércoles, 18 de junio de 2008

Del porqué, el cómo y el dónde

Cuando vean girasoles gigantes atravesar valles nevados de un país inventado, por una tropa de enanos valientes sin ollas de arco iris y elefantes maltratados, la conocerán. Ella comienza su día pensando en que no termina, tiene miedo de la muerte y ha dejado de vivir por ella, no comprende que sus mayores faltas le han quitado las ansias, no sabe si éste mundo en el que vive le pertenece. Ha tenido ideas de naufragar en valles ocultos, de sembrar su comida y dedicarse a disfrutar el aire. Ella aprecia mucho las palabras, calabaza y salchicha, ella disfruta haciendo rimas.
No le pedirá explicación a nada, pero quiere una respuesta para todo. Odia las mentiras, y prefiere un golpe que una falsa sonrisa. Piensa que conquistará el mundo y cambiará todo, quiere un lugar donde todos podamos ser lo que queremos y no juzguemos todo el tiempo.
Que la gente estudie o no estudie, que duerma de día o de noche, que quiera ser mujer luego de haber nacido hombre y que nadie obligue a otro a creer en sus morales o religiones.

Todas sus facciones son enormes, pero le da una razón a todo. Sus profundos ojos negros, la dejan absorber todo lo que ella no puede dejar de ver, que es simplemente todo. Sus labios largos y oscuros, le permiten amar demasiado, pero nada es tan cierto, esa boca oscura tiene temores ocultos, ama pero no lo entrega todo. Tiene una nariz que la avergüenza y demasiado pelo para una sola cabeza. No es alta, pero no le interesa, sabe que llegará a tocar todas las estrellas.
Cree en la fantasía, siempre será una niña y llorará en la ventana esperando alfombras mágicas y en un mundo donde pueda salir a caminar de noche, sin preocupaciones.

domingo, 15 de junio de 2008

Para volver a los atardeceres


¿Te acuerdas?, recuerdas querida mía cuando abrazamos el tornado de la ira y la humanidad entera, cuando construimos panales de abejas e hicimos palabras nuevas.
Sabías que realmente yo no conocía lo que eran las palmadas viejas, las ganas de rozar alguna entrepierna con el objetivo de dar vida, no de arreglar la mía. Seguramente no recuerdes tanto, no es que desaparezca el encanto, es la memoria lo primero que se pierde, luego la razón y culpamos al precio del detergente.
¿Cómo te consolaría? ¿Sabías? No imaginé los caminos, era suficiente tenerte en mis zapatos y en los colores de veinte atardeceres.
¿Cuándo se disolvió la vida junto con el endulzante? ¿Cuándo olvidamos cuanto amor hicimos arte? No lo sé, te vi antes seguramente y te dejé pasar, hemos vuelto a ese comienzo, en el que nos miramos y no sabemos lo que vemos. Como cualquier gente en la calle, nos rozó y no sentimos nada, nos miró y no vimos nada. Somos extraños moviéndonos en esta casa, si es que aún te mueves.
Debajo de la tierra las lombrices serán testigos y nos prestarán abrigo para la nueva casa. Esa en la que vivimos, cuando se termina este hastío al que si deberíamos llamar muerte.